top of page
  • Foto del escritorBriela

Arrojada en el presente

Sí, arrojada. Como quien se lanza o se deja caer.


Hace unos días llegó a mi una idea a la que me es imposible parar de darle vueltas en la mente y en el corazón. Consiste en que despertamos cada mañana en una roca gigante suspendida en el medio del cosmos. Una roca en la que la vida es posible, en ella crecen millones de animales y plantas de todo tipo de especies, personas que corren tarde al metro, que sueñan, que sufren, que aman y que más veces de las que quisieran, se pierden en sus pantallas o en la mirada de algún desconocido. Las leyes de esta roca permiten que los objetos estén aparentemente en su lugar y dentro de sí alberga cataratas, cuevas azules, ríos de miles de colores, glaciares y un sinfín de maravillas. Resulta difícil de creer que una roca con estas someras características sea una casualidad. Alguien tuvo que haber estado un buen rato pensando en el orden de este caos. Quizás es ese mismo Alguien quien después de crearla, aún sostiene esta roca junto al resto de los planetas.


Es esta idea la que me permite arrojarme, algunas veces con más impulso que otras al presente. Este tiempo en el que poco acostumbrados estamos a vivir. La certeza de que las manos que crearon maravillas como las que mis ojos en los últimos meses han visto, son las mismas que sostienen mi existencia, me liberan de la idea equivocada de que todo depende de mí, de la ilusión de la autosuficiencia y del control, de la ilusión de que de alguna manera, sé vivir. La verdad es que no lo sé. No se dejarme sostener como los pájaros en el cielo. No sé dejarme llevar como el agua de una catarata que ruge mientras cae. No sé exponer mi oscuridad como lo hacen las cuevas azules que se esconden entre el mar y las rocas croatas. No sé vivir y por eso resulta no solo necesario, sino urgente, dejarme enseñar por el dueño de la vida, cómo vivir.



La pista: en dónde.


Aquí.


Aquí, en el presente. Porque es en el presente donde las cosas pasan, porque este es el mejor tiempo posible. Es en esta tierra que me ha tocado la que he de pisar con fuerza, donde he de echar raíces y sobre todo, dar fruto. Es aquí donde la existencia me exige estar. Estar. Con todo lo que soy. Especialmente atenta a esa realidad en la que el creador late a cada instante. Porque para no perder la costumbre de citar a Montiel, es mezclado entre lo que nos pasa donde podemos encontrar la alegría que buscamos en lo que nunca nos pasará.


Para los curiosos: La idea que terminó de fortalecer mi impulso por arrojarme al presente, vino de Álvaro y su episodio “Ordenar el corazón y lavar los platos silbando” en De Dos En Dos, un podcast de Luisa y María Isabel, también escritora de este blog.


bottom of page