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El arte de perdonar


Perdonar es un reto. En mi experiencia, la voluntad de perdonar, pedir perdón y perdonarme a mí misma va de la mano con mi proceso de amor propio. Digo voluntad, porque es una decisión que tomo conscientemente sin negar el conflicto interno que inevitablemente genera.


Trabajar en el perdón se vuelve prioridad cuando soy consciente de que, aunque yo no soy mis experiencias de dolor, estas hacen parte fundamental de mi identidad y tienen el poder de quitarme o devolverme la paz. Esa, que en un principio, no debería ser negociable.

Empecemos por normalizar las heridas, el dolor, los finales, los corazones rotos y los duelos. Es parte de la naturaleza humana y su evolución atravesar tragedias una y otra vez que nos hacen sentir tanta rabia hasta llorar y que nos quitan las ganas de pararnos de la cama. No solamente nos pasa a ti y a mí. ¡Y menos mal! Menos mal que existen personas y situaciones que nos sacuden y desacomodan tanto que nos hacen despertar y que logran dar tantas vueltas en nuestra cabeza hasta hacernos aprender.

Si bien hay diferentes tipos de perdón según de dónde nacen y hacia donde van, con frecuencia nos blindamos contra la vulnerabilidad y la responsabilidad que representa tomar esa decisión, siéndole fiel a la creencia impuesta de “entre más fuerte mejor”.

Pero la verdad, es que la vida solo se vuelve más llevadera en el momento en que decidimos, no sólo ser consciente de nuestras heridas, si no dejarlas ir. Claro, no sin antes aprender lo que vinieron a enseñarnos.

En mi sentir, el primer paso y el más importante es perdonarnos a nosotras mismas.

Si bien el proceso de descubrimiento y reconocimiento de nuestras heridas es lento, e incluye idas y venidas. Podemos empezar implementando prácticas y hábitos de amor y auto compasión, para lo que va a ser fundamental cambiar el diálogo interno que hemos tenido hasta el momento y entender no solo, que es natural errar, si no que lo voy a seguir haciendo durante toda mi vida y seguiré teniendo el mismo valor. Es natural ser incoherente y fallarme a mí misma en ocasiones y contrario a lo que pensamos, esto solo nos da más herramientas de amor y aprendizaje, si así lo decidimos.


Ahora, cuando cometemos un error y reconocemos que le hemos causado daño a alguien más, intencionalmente o no. Incluso en ese momento, es difícil imaginarnos qué tanto impacto pudimos haber tenido en esa persona. Es por esto que es importante ser consciente y responsable de cada acto y discurso que compartimos con el mundo. Sin embargo, exponernos en nuestra versión más vulnerable es un reto para el ego que la mayoría de veces cuesta asumir. Pero recuerda que entre más grande es el reto, mayor es la recompensa


Por último, cuando se trata de perdonar a alguien más, habrá que aplicar lo anterior al proceso interno de cada persona, que en tantas ocasiones solemos ignorar. Reconocer que cada persona hizo en su momento lo que pudo, con las herramientas que tenía, no es tarea fácil. Y menos, cuando nos invade la tristeza, la rabia y la cantidad de sentimientos que podríamos catalogar como “negativos”. Comparamos sus formas de actuar y hablar con nuestros saberes y nos imaginamos mil escenarios que pudieron haber sido perfectos. Hacer las paces con esa o esas personas que tienen en nosotras tanto impacto emocional y que, probablemente ya tienes en mente, significa reconocerlos como maestros, que aunque suene cliché, vienen a mostrarnos partes de nosotros por descubrir o dejar de ignorar. Recuerda que la vida te pondrá las mismas lección es en diferentes tiempos, caras y situaciones, hasta que las aprendas… y pases a la siguiente lección.


Después de haber dicho tanto, puedo concluir que para mí, el perdón significar dejar ir, permitirle al alma ser más ligera y dejarla fluir. Es un proceso lento y no necesariamente fácil, de soltar situaciones, ideas y personas que sólo llegan a enseñarnos de nosotras mismas, del amor, y de la vida. No pretendo que suene más fácil de lo que es. Pretendo que lo veas con lentes de compasión y paciencia, abraces y agradezcas, porque sí, porque no, por si acaso.


Laura Forero

@lauraforero



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