top of page

Vivir la espera, degustar los "mientras tanto"

Esperar es un verbo que está intrínsecamente presente en mi vida. En cualquier vida humana.


A este verbo, lo tenemos relegado, rechazado, abandonado. Incluso le damos una connotación negativa, de carencia, falta de plenitud, ausencia.


Es curioso que esperar sea tan difícil, que busquemos a toda costa evitarlo. Si el acto de esperar viene de la esperanza. Y nada más hermoso, deseado, bienvenido y natural a la persona humana que la esperanza.


Desde hace 6 meses estoy en la espera más intensa hasta ahora. Pronto me voy a casar y la certeza de que la fecha se acerca - faltan 7 meses, faltan ahora 4, faltan solo tres meses!, falta 1 mes y 29 días… - me ha hecho reflexionar en cómo vivo la espera y cuál es su propósito. Porque a veces la he experimentado con una rabia inexplicable, unas ganas profundas de adelantar el tiempo y llegar YA a ese momento que el cuerpo y el corazón anhelan con ardor, por hacer que estos segundos, minutos, horas, días se eliminen y le abran paso al futuro tan esperado.


Aunque se trata de un desespero natural, que se ha repetido una y otra vez en mi vida, con unas vacaciones, una convivencia del colegio, un viaje con mis amigos, un reencuentro familiar, un final del semestre, una cita o un nuevo trabajo… es una sensación desagradable.


¡Qué lástima! Siendo el tiempo nuestro recurso más valioso, el oro de la modernidad, ¿por qué querría eliminarlo, adelantarlo, ahorrarme siquiera un minuto? ¿Qué me ha hecho tan dueña del tiempo que pretendo saltar los momentos de espera que me han sido regalados?


Los tiempos muertos, aquellos que pasamos esperando (10 minutos en una fila o 3 años en un noviazgo) son tan vivos y fructíferos como los momentos cúlmen, esos que llegan a los portaretratos y a los feed, de los que escribimos en nuestro diario y hasta les hacemos álbum, a los que volvemos cuando la vida se pone difícil.

Hay vida infinita en cada minuto que pasa, innumerables posibilidades que se acumulan en un instante, allí donde habita nuestra libertad, en el presente, donde podemos elegir qué hacer con esa infinitud que se nos regala.

Solo que el mundo nos ha acostumbrado a vivir como jugando relevos, en las estaciones, en los momentos “publicables”, como robots “orientados al logro”. Entonces olvidamos que en los procesos, en las líneas que unen un punto con otro, en los caminos, es donde pasa la verdadera vida.


Estos meses de compromiso con Juan Esteban han sido los más difíciles, plenos y vívidos de nuestro noviazgo. Han sido la cima de una espera previa de muchos años, de la espera de cada uno por el otro, una que a ratos viví con desesperanza, llena de oraciones vacías, como esperando un paquete de Amazon que se perdió, a ratos con frustración por mis consecutivos reclamos ignorados. Ahora me doy cuenta de lo importante que fueron esos años, tanto en las preguntas sin respuesta como en el gozo de ser yo, estar viva, habitar el mundo; de que ya mi existencia es un fin en sí mismo que cumple un propósito, que nada tengo que esperar para vivir a plenitud esa realidad. Esos años me prepararon para vivir estos meses como verdaderamente únicos, a caminar este vértice disfrutando cada momento, con la certeza de que esta espera es también el cumplimiento de una promesa. Es la espera, que a veces está llena de retos, pendientes y cambios, pero que otras veces es pasiva, contemplativa, paciente. Me va transformando, no sólo para ser quien el evento esperado me exige, sino también quien está preparada para recibir lo inesperado.


Porque si vivo únicamente anhelando ciertos instantes agendados, pierdo las sorpresas de la vida, lo que no tenía planeado, lo que se esconde en el día a día cotidiano. Y, ¡cuánta vida me espera en esas sorpresas!

Hoy elijo abrazar la espera, vivir plenamente esa mezcla de ansiedad, impaciencia y emoción; habitarla, degustarla, saborearla, tomarle fotos y escribir sobre ella. Porque cuando llegue el momento, miraré hacia atrás con nostalgia queriendo recuperar cada segundo de ese “mientras tanto”, sin reproches o prisas. La espera quedará marcada en mi alma tanto como el punto de llegada. Y la adornará de belleza.



bottom of page